Rejas y terrazas

La tradición de la terraza frente a la casa es muy cartagenera: un sitio donde recibir la visita, sentarse a charlar, tomar el fresco y saludar a los vecinos. En nuestro megabarrio las terrazas tienen unas acompañantes muy particulares en sus rejas ¿Quién las hace? ¿Qué piden los vecinos cuando se las encargan?

Cuando se recorren sus calles se advierte que las rejas son un rasgo común, no importa si la casa tiene buenos acabados y pisos superiores o si está como la entregaron y aún no le han puesto baldosa. En el orden de prioridades el cerramiento está bien arriba.

“Decidí ponerle reja a mi casa primero por seguridad y segundo para que se viera un poco más elegante; le agregué figuritas y le colgué unas maticas. Tenerla es bueno para que uno se tome su cafecito seguro en la terraza”, nos dice una vecina, que resume el sentir de varias más a quienes les preguntamos.

Otros vecinos piensan también en que la cuadra como un todo se vea mejor. Y unos más se animaron al ver que los demás habían embellecido su vivienda. En general, dan un sentido de bienestar y son un espacio para la vida comunitaria al estar volcadas hacia la calle y a la misma altura de los peatones.

¿Quién las hace?

Cada barrio cartagenero tiene sus propios soldadores: es una tradición no escrita. En nuestro megabarrio también los hay. Uno de ellos es Daniel de Cuentas.

“Entre los primeros que hicimos esta labor en Bicentenario están el señor Julio Cesar Chávez, Javier Torres y mi persona, hasta donde conozco. Los barrios vecinos también tienen sus soldadores, con quienes nos conocemos y colaboramos entre la mayoría. Al señor Chávez casualmente no lo he tratado en persona, pero por supuesto tengo su referencia”, nos explica en un rato de descanso pues está haciendo un trabajo en el primer sector del barrio, el de casas de un piso.

Daniel viene del barrio San Francisco, junto con su esposa, Mayuris, y sus hijas Lourdes y Yuraima. Lleva veinte años trabajando en este oficio y nueve de vivir y ejercerlo en Bicentenario. Dice que este ha sido un mes raro pues el anterior fue el mejor desde que está acá, con quince rejas instaladas, mientras que en las últimas semanas casi no le han salido encargos grandes sino arreglos puntuales.

“Yo aprendí en la calle, con un cuñado que falleció en un accidente de moto; también aprendí con muchos soldadores que saben mucho y me dejaron un poquito de cada quien. Ahora los dos jóvenes que me acompañan están aprendiendo el oficio en el SENA y complementan en la práctica conmigo”, explica.

¿Cual es la mejor reja?

Desde el punto de vista de un soldador, la mejor reja no es la más bonita sino la que está hecha con mejores materiales y construida con la mejor técnica. 

Lo primero a tener en cuenta es el calibre o “grueso” del tubo o ángulo que se escoja, en donde el de cinco octavos se considera el de más calidad para nuestro tipo de casas, pues los hay mucho más gruesos, pero están diseñados para cerramientos de fábricas y centros comerciales, por ejemplo. El tubo hueco es más caro y el ángulo de hierro, más económico.

Lo segundo es el material: con aluminio que es más caro o el hierro que cuesta menos y es más resistente a la torsión pero hay que mantenerlo con anticorrosivo y buena pintura para evitar el óxido. 

Lo tercero son los ornamentos, que no son necesarios pero que gustan mucho en nuestro barrio. Hay rosetas, piñas y floreros, entre los más usados. Son una especie de apliques en aluminio que se compran por fuera, desde unos treinta mil pesos cada uno, y el soldador las incorpora a la reja. Hay quienes, como Daniel, también pueden hacer diseños propios para ahorrarle algo de dinero al propietario de la casa sin perder estética.

El cuarto criterio es el de la instalación de la reja en los muros bajos que se levantan para sostenerla. En estricto sentido el soldador es responsable sólo de la estructura metálica, pero como parte del servicio puede integrar el costo del albañil que levante los muros e inserte la reja.

Y el quinto es la extensión. Si el lote es esquinero la cuenta sale más larga que si se trata solamente de poner la reja en frente porque los vecinos de ambos lados ya cerraron sus costados. 

Así, el rango de precios puede ir desde un poco menos de dos millones para una reja solo frontal hecha en hierro de calibre menor, hasta quizás unos seis millones para una reja de cierre completo en un tubular de aluminio del mejor calibre y con buenos apliques comprados fuera del barrio. 

Las necesidades, el bolsillo, los gustos del propietario y la negociación que se haga con el soldador serán las que marquen el costo final. Eso sí, el gusto de tomarse el cafecito en la terraza propia es el mismo para todos. 

Contacto: 305 942 78 90

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Soy Bicentenario 2023

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