Nuestras terrazas floridas

Adalgiza Porto Triviño siempre pensó en tener un jardín en su nueva casa. Al llegar hace seis años a Ciudad del Bicentenario lo comenzó con su hermana Celia, quien trajo la mayoría de las plantas que hay en la terraza y en el patio. Celia, lamentablemente, murió hace un año, pero las plantas que cultivó con tanto amor perviven en la terraza llena de coralinas y presidida por un hermoso bonche rojo. Los gatos no lo dejan progresar más, pues ensucian y dañan algunos brotes, dice Adalgiza. En diagonal suyo, la señora Idelina ha hecho un hermoso cerco de coralinas rojas.

La de Juana Ibarra, nacida en el Carmen de Bolívar, combina una buena cantidad de plantas con un piso cerámico que también se convierte en matera al adaptarse al espacio. El orgullo de ese jardín es la campana amarilla que Juana trajo de la subida de Turbaco. Es una enredadera que llega hasta el segundo piso y ha armado una especie de techo vegetal y florido que se distingue desde lejos. Esa campana es la ‘madre’ de al menos otras tres que adornan otras casas de la cuadra. Cada vez que está podando, los vecinos le piden esquejes y ramitos. Un jardinero le regala plantas a ella, porque sabe que las va a cuidar.

Sirley Romero siempre quiso tener dos mangos y un limonero en su casa. Y esos fueron los primeros habitantes de su nuevo hogar: los sembró un 30 de agosto y la mudanza de la familia fue cuatro semanas después. Reformaron la casa esquinera y al cambiar de lugar el ingreso los dos mangos quedaron presidiendo la fachada. Poco a poco ha sembrado más plantas, pero Romeo, el pequeño perro de un año, no las ha dejado crecer. “Yo quisiera ver mis materas copaditas de plantas, pero así no se puede”, explica.

Nancy Rodelo ha optado por el reciclaje y el color. Las materas colgadas tienen rostros en los que la agarradera ocupa el lugar de la nariz; envases de agua recortados se han convertido en el hogar de cactus y suculentas; el color verde ácido de la pared contrasta con las plantas y las pequeñas materas. Un jardín en pequeña escala que no deja de sorprender y darle vida a esta esquina.

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