¿QUÉ ESTÀ PIDIENDO EL MERCADO DEL EMPLEO EN CARTAGENA?
Es un problema común: las personas estudian o se preparan para un determinado arte, oficio u profesión. Pero al salir a buscar a la calle los empleos que se ofrecen pueden ser distintos. Por eso es bueno preguntarse qué es lo que está haciendo falta y dónde hay mejores oportunidades.
Un ejemplo real es la explosión de carreras técnicas en criminalística que hubo por los tiempos en que las series estadounidenses tipo CSI estuvieron de moda: muchísimos jóvenes se veían haciendo trabajos forenses, buscando pruebas y resolviendo crímenes. La realidad era bastante más tediosa que eso y las plazas de trabajo muy limitadas.
Hay otro ejemplo muchísimo más cercano a nosotros. Hace cuatro o cinco años, pensando en que Ciudad del Bicentenario iba a crecer de manera sostenida en los años siguientes -como en efecto ha ocurrido- desde la Fundación Santo Domingo buscaron abrir una carrera tecnológica con el SENA pero solo llegaron cuatro jóvenes.
“La sorpresa fue que los chicos no estaban interesados en seguir esa línea de trabajo que llevaban sus padres porque lo veían como un trabajo no calificado”, explica Freddy Anaya, Coordinador del equipo Oferta y Demanda Laboral. “Entendimos que los jóvenes querían tener una formación diferente, y en ese momento estaban muy interesados en el tema de Salud Ocupacional”, agrega.
¿Qué tenemos y qué no?
En Ciudad del Bicentenario se cuenta con muchos perfiles en el sector de la construcción: albañiles, maestros de obra, temas asociados a la pintura y la electricidad. Desde la Fundación hay buen acercamiento con las constructoras y capacitación para los vecinos. Además el macroproyecto seguirá creciendo por varios años tanto en temas residenciales como urbanísticos y de infraestructura.
Una limitante es el curso de altura, que la persona debe cubrir con sus recursos y dura varios días.
En el tema logístico también hay poca formación, aunque algunos vecinos han tenido experiencia en cargue y descargue, pero son perfiles de mano de obra no calificada, que abren posibilidades a empleos de uno o dos salarios mínimos.
También tenemos en el barrio perfiles en el turismo, mesa y bar, camareras y recepcionistas, pero han tenido muchas limitaciones porque una de las exigencias suele ser el manejo del inglés.
“En su momento capacitamos personas para guardias de seguridad, usualmente habían llegado hasta últimos años del bachillerato y eran padres de familia. al vincularse como guardias aumentaron sus ingresos y sus posibilidades para mantener con una mejor calidad de vida a sus familias”.
El perfil de empleo en nuestro macroproyecto ha venido cambiando. Las dos etapas habitadas de Parques de Bolívar han traído a nuestra comunidad perfiles técnicos y profesionales de todo tipo: ingenieros, contadores, del campo de la salud y la industria, por mencionar algunos. Es previsible que las nuevas etapas sostengan esa tendencia. Y los colegios y CDI también han permitido que vengan a vivir al barrio decenas de profesores, así como psicólogas y trabajadoras sociales.
¿Qué más pide Cartagena?
Los edificios de propiedad horizontal han crecido mucho en los últimos años. Por las normas vigentes deben contar obligatoriamente con piscinero cuando tienen estas instalaciones, que es casi siempre. Como los presupuestos son limitados es común que junten ese perfil con el de jardinero en el mismo trabajador. Esos perfiles antes eran escasos y aún se abren oportunidades.
Además, estos conjuntos residenciales también necesitan trabajadores de mantenimiento general, con conocimientos en temas como electricidad, carpintería y quizás hasta algo de construcción básica.
La ciudad sigue ofreciendo oportunidades en turismo, pero como se ha dicho arriba, el tema del inglés suele ser una limitante.
Con la empresa Teleperformance hay una alianza en la que si la Fundación garantiza el certificado de nivel B2, ellos garantizan la vinculación laboral de por lo menos el sesenta por ciento de las personas que se vinculan. Se requerían cien estudiantes de Ciudad del Bicentenario, pero en su momento apenas se llegó a unos treinta.
Hay que recordar que el nivel exigido de inglés no es el mismo para todas las ocupaciones y que los idiomas, en particular este, no se estudian solo en costosos cursos presenciales sino que hay muchos recursos en internet, incluyendo un curso muy exitoso del SENA, para ir adelantando el aprendizaje de manera autónoma.
En general, quienes manejan el idioma inglés aumentan sus ingresos de manera sensible. Si hay un campo posible de avance es este.
El factor femenino
Hay una población femenina que tiene un contexto propio: las mujeres jóvenes que dejaron los estudios de bachillerato y el papel de hijas de la casa para convertirse en madres de familia. Luego, a los veintitantos años tienen uno o más hijos, el deseo y la necesidad de ingresar al mercado laboral, pero no la formación porque esos años los dedicaron a criar a sus hijos pequeños.
“En el caso de las mujeres, identificamos su enorme interés en trabajar, pero su dificultad es que no tienen formación, por eso siempre aspiran a un puesto de aseo -pero no doméstico sino de oficinas-. Capacitamos a algunas mujeres en el manejo de desinfección y aún se encuentran trabajando en aseo hospitalario; identificamos que ese frente le resulta más atractivo al sector productivo”, explica Freddy.
Por otro lado está lo importante que es el empoderamiento femenino que resulta de haber conseguido un empleo.
“Hemos visto no pocas mujeres que estaban sometidas a un esposo y dependían de él, quien a veces sentía que podía hacer lo que quería porque era el que mandaba. Al comenzar a bancarizarse y manejar su dinero ya no le pedían tanto a él y hasta podían decirse: –Ya puedo sacar a mis hijos a darles un paseo, invitarles un helado o ir al cine–. Eso cambia mucho la perspectiva y después es el hombre el que empieza a preocuparse: –Ella ahora no necesita tanto de mí, mejor vamos a unir los esfuerzos y vamos a sacar la familia adelante-”, explica Freddy, de manera didáctica
¿Y el aeropuerto?
Como es natural, la intención de construir un segundo aeropuerto en cercanías de Ciudad del Bicentenario causa muchas expectativas entre los vecinos.
Lo primero que hay que señalar es que en mayo pasado se dijo que el proyecto está en “evaluación de factibilidad”, según señaló Andrés Ortega, vicepresidente de Concesiones de Odinsa, en un evento en Cartagena. Este es apenas uno de los pasos previos que requiere un megaproyecto de esta naturaleza, antes de ser aprobado por las autoridades y, por supuesto, mucho antes de poner la primera pala en el terreno.
El entrante ministro de Transporte, Guillermo Reyes, lo mencionó como uno de los seis proyectos que se encuentran “pendientes de procesos de cierre de estructuración y aprobaciones finales”.
Los términos para terminar estructurar, aprobar y poner a andar estos proyectos se miden en años, así que no es factible que en cuestión de meses haya mayor novedad en este eventual frente de empleo.
Aún así, en caso de concretarse sería una oportunidad enorme. “El proyecto contempla entre sus características técnicas: 70.300 metros cuadrados de área para la terminal, una primera pista con una longitud de 3.100 metros, 17 posiciones de abordaje, capacidad para atender 35 operaciones por hora y 30.900 metros cuadrados para el área de estacionamiento vehicular. Además, tendrá capacidad de crecer a dos pistas y llegar a 45 millones de pasajeros”, dijo Ortega en ese mismo evento, según recogió El Universal.
Ese eventual nuevo aeropuerto tendría dos grandes frentes de trabajo: uno durante la construcción y otro durante la operación. Para la primera parte se requeriría mucha mano de obra calificada y, en muchos casos, certificada, pues los estándares constructivos de un aeropuerto internacional son de los más altos. Y la operación generaría hasta 18.000 empleos, según calculan los promotores: desde maleteros y atención de locales o counters, hasta las bodegas de maletas, operación aeroportuaria, hasta azafatas. Para llegar hasta allá hace falta bastante tiempo; pero hay que tener el tema en el radar y prepararse porque seguro habrá competencia.
LA SEVILLANA
Cuatro de los primeros habitantes de este sector de Ciudad del Bicentenario nos cuentan los orígenes de su comunidad, sus luchas por revertir una situación que no comenzó bien y cómo a punta de trabajo y organización, mantienen vivo el sueño junto con sus vecinos.
LOS HERMANOS BERTHEL
Esta familia de músicos urbanos y barberos reconocidos llegaron a Ciudad del Bicentenario hace un par de años. Se están abriendo camino con la idea de que al menos uno pueda coronar como un grande de la música.
HILANDO OPORTUNIDADES
Soñemos un poco: ¿qué tal montar un taller de confección con buenas máquinas y una guía con muchísima experiencia; un taller que les dé trabajo y conocimiento y poder a mujeres de la comunidad incluso para tener su propio emprendimiento? ¿Y qué tal que trabajaran en economía circular, con textiles de desecho o que puedan surtir a las empresas, hoteles y restaurantes de Cartagena?
“LA VIDA ES DURA PERO NO IMPOSIBLE”
“Aquí me enfoqué en la música y me tropecé con cosas que no debía; la droga, el alcohol, las mujeres y todo eso me trajo mucha perdición. Era un joven rebelde, andaba en peleas; si me tocaba robar, robaba. Hoy en día me arrepiento, pero le doy gracias a Dios, porque ahora me gano la vida honradamente”.
PARQUE METROPOLITANO BICENTENARIO
Se trata de una obra de 17.415 metros cuadrados -casi dos hectáreas- de los cuales cerca de 3.400 corresponden a zonas duras, como edificaciones y mobiliario. Lo demás son zonas verdes, ciclorutas y espacios de circulación.
INSTITUCÓN EDUCATICA GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
La Institución Educativa Gabriel García Márquez es un buen ejemplo. Salones amplios y ventilados, con acabados e instalaciones que deberían durar muchos años con el debido mantenimiento, espacios múltiples, zonas verdes y una biblioteca que tiene el mismo buen tamaño que tiene la del barrio.
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