¿Y QUÉ HAY DE NUESTRA PRIMERA INFANCIA?

Las noticias son alentadoras. Las fuentes consultadas notan una mejoría de unos años para acá. Por supuesto hace falta mucho camino, más CDI, un compromiso aún más intenso del que hay en la comunidad. Todavía demasiados niños carecen de una educación de calidad. Pero los avances se pueden palpar.

“Hemos ganado mucho en el empoderamiento de la familia en cuanto a la garantía de derechos de los niños. La gran mayoría, diría que en un noventa por ciento, si está apropiado en lo que respecta a garantizar la salud, la nutrición de los niños, el poder asistir a un centro infantil. También hay una nueva mirada de la familia en lo que respecta al niño. Antes lo trataban como si fuera un adulto. No se ponían a su nivel. No tenían la orientación para entender que el adulto acompaña al niño en todo momento”, nos dice Iris Rocha Cantillo, coordinadora del Centro de Desarrollo Infantil -CDI- Bicentenario.

Justamente los dos Centros de Desarrollo Infantil parecen ser una estrategia ganadora que está funcionando en la ciudad. En Cartagena hay al menos 40 CDI que atienden a más de 6.400 niñas y niños de primera infancia. En promedio, unos 160 niños por cada CDI, pero los dos de Bicentenario están diseñados para atender a 300 cada uno.

Aún así las listas de espera son largas y hay niños sin atención. La edad ideal para entrar a un CDI es a los dos años cumplidos. Para el criterio de Iris harían falta al menos dos CDI más para atender la demanda.

Más afecto, menos violencia

En esas edades tempranas, los niños no tienen filtro y a su manera expresan todo lo que les pasa. Un buen maestro sabe leer lo que expresa un dibujo, una postura corporal, o la manera como un niño se relaciona con sus compañeros y con los adultos. “Antes notábamos que no eran tan expresivos en el acercamiento al adulto. Hoy en día, los niños se expresan mejor en ese sentido y se les nota una libertad para expresar lo que sienten”, dice Iris.

“Desde que estoy trabajando en este sector he visto que son pocos los niños que son maltratados, al menos entre los de mi jardín. Quizás hayan sido dos o tres mamitas. Y hemos hablado con ellas. Les hacía ver esas cositas que no me gustaban y con el tiempo fueron cambiando. El trato con los padres ha sido excelente. Han tenido bastante acercamiento. Les gusta el método y los niños me tienen afecto”, nos dice la profesora Luly Esther Barrios, del Jardín Infantil Creaciones Mágicas.

Las diversas fuentes coinciden en que ha bajado la detección de violencia sexual. Aunque un solo caso es demasiado, hay menos que antes, y, en general, los maestros están preparados para manejarlos cuando se detectan, incluso con autoridades.

Covid positivo

Si bien la pandemia trajo muchos aspectos negativos, para el CDI Bicentenario al menos le dejó una ganancia en la relación con los padres. El acompañamiento virtual mediante llamadas telefónicas resultó en que los padres recibían casi todos los días consejos pedagógicos que los convertían en maestros caseros.

“Ojalá pudiéramos investigar la relevancia de eso. Que por una llamada yo le diga ‘Papá, vas a hacer tal experiencia con el niño, pero cuando vayas a hacerla te vas a colocar al nivel de él, vas a abrir un tapete, vas a colocar el material de esta manera, le vas a enseñar esto’”, dice Iris. Y así la casa se volvió un aula: en la cocina preparando alimentos, en las formas de las cosas, en las sombras del patio. Todo podía ser excusa para enseñar y aprender.

“El año pasado tuve que cerrar, pero a comienzos de este año, con pandemia y todo, por la insistencia de los papás tuve que abrir un horario de refuerzo de dos horas. Ahora las cosas han mejorado un poco: desde julio tengo una jornada de ocho a once y media de la mañana”, explica Luly.

Otros frentes

Formar niños significa estar pendiente de muchos frentes al tiempo. La profesora Luly nos ayuda a perfilar dos de ellos. “En la nutrición veo que hay mejorías. Siempre estamos atentos a las loncheras y ahora vemos más frutas y menos mecatos. En el perfil del niño al ingreso también logro ver cómo están de peso y talla y en general se ven bien. Algún caso particular de sobrepeso, pero lo estamos hablando con la mamá”.

“La recreación es algo muy importante para los niños, lo necesitan. Alguna vez pasé un susto cuando salí a una zona verde cercana y un muchacho en riesgo estaba correteando unas vacas. Desde entonces me da miedo sacarlos porque es una responsabilidad mía y no quiera Dios que suceda una desgracia. Me gustaría que hubiera más parques con más seguridad para los niños. En la biblioteca me dejan llevarlos de vez en cuando para que estén en un espacio más cerrado. Allá me gustaría que hubiera más libros adaptados para las edades tempranas. Hay buenos libros, pero para niños de siete años en adelante”.

El futuro

La falta de educación de calidad significa seguir abriendo las brechas sociales y económicas en el futuro. Un niño con acceso a una buena pedagogía y a una buena crianza será un joven y un adulto con mayor confianza en sí mismo y con habilidades intelectuales y sociales que lo ayudarán a salir adelante. Lo que no se logra en la primera infancia es mucho más difícil recuperarlo después.

“Cuando preguntamos en los colegios a los que pasan nuestros niños la respuesta siempre ha sido que son muy atentos, que intervienen muy fácilmente, dan sus puntos de vista. Eso se debe a que acá tratamos de fortalecer las habilidades sociales. Los niños construyen acuerdos para poder estar en un aula, para vivir sus momentos cotidianos como la bienvenida, el almuerzo o ir al parque”, explica Iris.


Esa capacidad de hacer acuerdos y respetar al otro pueden significar un mejor futuro para la comunidad de Ciudad del Bicentenario. Los diversos orígenes de la población del barrio causaron desconfianza y dificultades para los primeros vecinos. Pero a un niño de tres o cuatro años nacido aquí, eso le tiene sin cuidado. Sus compañeritos son sus amigos y punto. Una nueva generación así será un avance enorme para todos.

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