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Vivir en una casa propia, en un conjunto cerrado, con seguridad permanente y pagando solo una fracci\u00f3n del arriendo es una aspiraci\u00f3n de muchos. En la segunda etapa de Parques de Bol\u00edvar casi quinientas familias est\u00e1n comenzando a vivir en esa nueva realidad, que tambi\u00e9n trae sus propios retos.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n\n\n\n
Queda un pu\u00f1ado de casas por entregar, pero la vida en comunidad se siente en plena marcha. En este s\u00e1bado caluroso la administradora y unos cuantos vecinos est\u00e1n recibiendo los ajustes a las zonas comunes por parte de la constructora. Revisiones y actas van y vienen. As\u00ed han sido los \u00faltimos meses. Cuando se vive en un conjunto cerrado no se compra solo una casa, sino unas \u00e1reas que son de todos. Es un modo de vida distinto que sin embargo, cuando se maneja bien, le suma al bienestar familiar la fortaleza de actuar como grupo.<\/p>\n\n\n\n
La urbanizaci\u00f3n est\u00e1 organizada de manera que los parqueaderos comunales ocupan un espacio central. Eso permite que las \u201ccalles\u201d<\/em> -que a\u00fan no tiene nombre- sean solamente peatonales. Salvo las que quedan frente al parqueadero, todas dan frente a una zona verde comunitaria. Eso permite sacar las sillas para tomar el fresco y que los ni\u00f1os cuenten con unas amplias zonas para organizar su mundo de juegos y fantas\u00eda. Los vecinos han tra\u00eddo macetas y plantas de sus casas anteriores y van formando una especie de jard\u00edn comunal que embellece los espacios verdes.<\/p>\n\n\n\nAunque hubo casas que por su ubicaci\u00f3n costaron m\u00e1s de ochenta millones de pesos, much\u00edsimas les salieron a sus nuevos propietarios a menos de cincuenta millones, si se les suman los subsidios del gobierno. Las cuotas quedaron bastante por debajo de los 250 mil pesos y temporalmente bajaron a\u00fan m\u00e1s por los alivios del Covid 19. Esas cuotas resultan del beneficio en la tasa de inter\u00e9s por siete a\u00f1os que acompa\u00f1a el subsidio de vivienda. Al terminar el s\u00e9ptimo a\u00f1o quienes tomaron un pr\u00e9stamo -que son la mayor\u00eda- deber\u00e1n asumir el pago de la cuota plena, que subir\u00e1 sensiblemente. Por eso algunos est\u00e1n ya ahorrando para pagar la totalidad de su pr\u00e9stamo antes de llegar a ese octavo a\u00f1o.<\/p>\n\n\n\n
\u201cEste es un proyecto bonito y muy c\u00f3modo, de un estrato popular, pero que les da una excelente calidad de vida a sus habitantes. Son 475 casas donde vive gente muy c\u00e1lida, con ganas de superarse, que quiere mejorar su modo de vivienda. Es un proyecto que llega a cambiarle la cara a esta parte de la ciudad: una alternativa para esa Cartagena que no es la Fant\u00e1stica, que los turistas conocen del Pie de la Popa para all\u00e1. Esta es la otra Cartagena que tambi\u00e9n quiere mostrar una cara bonita\u201d,<\/em> dice Ana Milena Torres<\/strong>, la administradora de la segunda etapa de Parques de Bol\u00edvar.<\/strong><\/p>\n\n\n\nLa cuota de administraci\u00f3n en 2021 estaba aproximadamente entre 70 y 80 mil pesos, seg\u00fan el \u00e1rea de la casa. \u201cAdem\u00e1s de la seguridad y el parqueadero hay comodidades como el cit\u00f3fono, el shut de basura, los detectores de humo o el parque comunal. Y estamos ubicados en el marco de un proyecto muy ambicioso, con un tema comercial futuro y con el apoyo de las fundaciones\u201d<\/em>, agrega Ana Milena.<\/strong><\/p>\n\n\n\nAunque dentro del conjunto no hay un espacio destinado al comercio, se mueve la econom\u00eda popular de estas familias acostumbradas a trabajar: servicios de belleza, tienda del d\u00eda a d\u00eda, el que vende empanada o quien vende suero.<\/p>\n\n\n\n
\u201cLo que ha sido un poco complicado es que algunos habitantes entiendan que la vida en un conjunto tiene unas normas. Por eso a veces hay temas de malos olores, sonidos, o el manejo adecuado de las mascotas. Se viene de vivir en barrios populares, pero ah\u00ed vamos en ese proceso\u201d<\/em>, dice la administradora.<\/p>\n\n\n\n\u201cCreo, por otra parte, que falta socializar m\u00e1s de lo que viene para el macroproyecto Ciudad del Bicentenario<\/strong> y comunicar que somos parte de un engranaje mucho m\u00e1s grande. En lo m\u00e1s cercano, como todav\u00eda se est\u00e1n construyendo las otras etapas en los d\u00edas h\u00e1biles hay polvo, ruido, maquinaria que entra y sale. Pero a largo plazo cuando todo est\u00e9 terminado y esto sea una gran ciudadela la relaci\u00f3n deber\u00eda fluir y mejorar\u201d, agrega.<\/p>\n\n\n\n<\/p>\n\n\n\n
Formando familias<\/h2>\n\n\n\n
En el conjunto hay de todo tipo de familias, pero predominan las que est\u00e1n comenzando: madre, padre y uno o dos hijos. Como la familia Pino Ballestas.<\/p>\n\n\n\n
Ella se llama Roc\u00edo Ballestas y trabaja hace seis a\u00f1os en una distribuidora de medicamentos. \u00c9l se llama Aldrin Pino y trabaja en mototaxismo. Ya estaban casados y ten\u00edan a Isabela, su \u00fanica hija, pero a\u00fan viv\u00edan separados, cada uno en la casa de sus respectivas familias: ella en Mamonal y \u00e9l en Nuevo Bosque.<\/p>\n\n\n\n
\u201cVi la publicidad y mi jefa fue la que m\u00e1s me incentiv\u00f3 para conseguir la casa. En el trabajo me apoyaron y me hicieron el contacto con el asesor, que me mostr\u00f3 los planos y todo lo relacionado con la casa y el proyecto. De la misma constructora me ayudaron a conseguir el banco y los subsidios porque yo nunca hab\u00eda tenido vida crediticia\u201d, nos cuenta Roc\u00edo.<\/p>\n\n\n\n
Aldrin lleg\u00f3 primero, hace un a\u00f1o, en enero de 2021. \u201cComo la casa no estaba organizada, me vine adelante para poner la baldosa con otros trabajadores y evitarles a ellas el polvero. Estaba feliz alistando todo para tenerles todo lo m\u00e1s pronto posible\u201d. Roc\u00edo iba los fines de semanas a ver los avances. En marzo se pasaron con Isabela. \u201cEs que ese es el sue\u00f1o de toda familia: estar juntos y m\u00e1s si es en casa propia. Ya estaba bueno de andar separados\u201d, dice ella.<\/p>\n\n\n\n
\u201cEn esta l\u00ednea de casas somos muy buenos vecinos. Siempre est\u00e1n pendientes, por ejemplo de Isabela cuando la dejo con la ni\u00f1era mientras estoy trabajando. Hay muy buena convivencia, somos muy unidos y m\u00e1s en \u00e9pocas especiales como Amor y Amistad o Navidad. Entonces tratamos de estar juntos. No habr\u00e1 terrazas, como en las casas cartageneras, pero s\u00ed hay un buen espacio para sentarse, sobre todo los fines de semana que se hace alguna reunioncita y nos juntamos para compartir\u201d, explica Roc\u00edo.<\/p>\n\n\n\n
Ninguno de los dos conoce mucho de las otras l\u00edneas de casas, as\u00ed que no se atreven a afirmar si la din\u00e1mica de vecinos en la suya se repite en el resto del conjunto. \u201cLa seguridad es muy importante, m\u00e1s en nuestro sector de la ciudad; la vigilancia es permanente y uno se siente seguro de que los ni\u00f1os puedan salir a jugar libremente y que no los van a dejar salir del conjunto\u201d, opina Aldrin.<\/p>\n\n\n\n
Se sienten felices de que cada peso que le pongan a la casa es invertir en lo propio y de saber que vienen nuevos proyectos en los alrededores. \u201cNadie puede decirnos que no hagamos algo de una forma o de la otra. Con paciencia, porque no es f\u00e1cil, y con la ayuda de Dios iremos viviendo esta experiencia\u201d, dice Roc\u00edo, mientras que Aldrin la complementa: \u201cla idea es seguir arreglando la casa y comprar nuestras cosas. Si m\u00e1s adelante se da la forma de seguir surgiendo lo haremos sin necesidad de estar apurando los tiempos porque solo Dios es el que sabe\u201d.<\/p>\n\n\n\n
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Nietos por doquier<\/h2>\n\n\n\n
Hilda Torres y su esposo, Jos\u00e9 Julio Velasco llegaron un d\u00eda de aguacero. Pero eso no fue un mal augurio. Por el contrario, est\u00e1n muy felices, estrenando una nueva vocaci\u00f3n de abuelos prestados. Como en su calle interna quienes m\u00e1s abundan son los ni\u00f1os, ellos resultaron convirti\u00e9ndose en los abuelos de todos. Hablan al tiempo, se complementan y a veces cada uno va por su lado intentando expresar lo bien que les ha ido en esta nueva etapa de la vida.<\/p>\n\n\n\n
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Antes viv\u00edan en casa propia, en Los Caracoles, pero la familia fue creciendo y la vida dictando sus rumbos, as\u00ed que result\u00f3 mejor vender y repartir. <\/p>\n<\/div>\n\n\n\n
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